El Gran Atlas

El pasado mes de Febrero junto a Alberto, guía y amigo de la empresa gallega Turac Aventura, realizamos un viaje a la Cordillera del Atlas, en concreto al Parque Nacional Toubkal.

El punto de partida de dicha ruta se sitúa en Marrakech, la ciudad roja, que sin lugar a dudas ha de suponer para el viajero parada obligatoria para llevar a cabo esta aventura en el Atlas. Marrakech permite adentrarse en el encanto de su medina, el zoco con sus callejuelas, y vendedores, con sus olores y sabores…

El segundo día nos dirigimos al verde valle de Ourika, repleto de plantaciones de cerezos, nogales, almendros… y todo tipo de verdura, que culmina en el pequeño pueblo de Setti-Fatma, con decenas de restaurantes a orillas del río, dispuestos a acoger al visitante con su original mobiliario al estilo marroquí. Desde allí realizamos un pequeño trekking, hora y media aproximadamente, con el objetivo de ir soltando piernas para los días siguientes, antes de comer en uno de esos restaurantes tan alegres y pintorescos.

El tercer día comenzó bien temprano, para coger el bus hacia Imlil, el “Chamonix” de Marruecos, donde Lahcen y sus compañeros ya nos estaban esperando con un reconfortante té, y las mulas preparadas para llevar nuestras mochilas y equipos hasta el refugio de Les Mouflons. En este trayecto las mulas nos adelantaron rápidamente, nosotros llegaríamos después de entre 5 y 6 horas de caminata. Una vez en el refugio, y tras acomodar nuestras pertenencias y equipos en las habitaciones, repartimos el material para los días siguientes, crampones y piollet, y tuvimos tiempo para el briefing. Dimos buena cuenta de una riquísima cena a base de harira, la sabrosa sopa marroquí, y tagine de pollo y carne, guiso cocinado en fuentes de barro, y pronto a la cama, que al día siguiente nos esperaba el Toubkal.

Nos levantamos a las 4 de la mañana, para desayunar y prepararnos, a las 5 todos fuera del refugio listos para empezar la ascensión a la montaña más alta del norte de África, Jbel Toubkal con 4167m. La subida es una subida fácil, pero con bastante pendiente, lo que obliga a ir a un ritmo muy suave para que la altitud no nos pase factura. Comer e hidratarse es imprescindible para llegar a la cima en buenas condiciones. Una vez en la cima, las espectaculares vistas, hacen olvidar esos pensamientos con los que en silencio nos planteábamos dar la vuelta. Estuvimos un buen tiempo en la cima, comiendo, charlando, riéndonos… La bajada de vuelta al refugio fue mucho más fácil, cada uno a su ritmo pero siendo un equipo, como siempre desde que nos unimos en Marrackech. La verdad es que este año no ha habido mucha nieve, lo que facilitó la subida, teniendo que poner sólo en un par de zonas los crampones. Comida, siesta, ducha… sí, en el refugio de Les Mouflons hay agua caliente, tiempo libre hasta las 7 de la tarde, hora de la cena, estupenda como siempre y a dormir, ya que al día siguiente nos esperaban otros dos “cuatromil”.

 

Mismo plan que el día anterior, a las 5 todos caminando, en mi opinión este día es el mejor, cumbres de apenas 100 metros menos de desnivel que el día anterior, pero solitarias, y ascensión más bonita que la obligada subida al Toubkal. En unas 4 horas estamos en la cumbre del Ras (4080m), fotito, y nos vamos al Timesguida (4088m). Comemos algo, fotos “haciendo el indio” y de vuelta hacia abajo, nos unimos con la gente que ese día no se animó a subir y volvemos hacia Imlil. Es también el día más duro, 10 horas de actividad con desniveles brutales, ya que bajamos hasta Imlil en el día, donde nos espera el transporte que nos lleva a Marrakech. Nos despedimos de Lahcen y toda su gente, cocineros y porteadores que nos hacen más fácil la vida allí, en las montañas marroquís.

La organización del siguiente día del viaje es libre, cada uno hace lo que quiera o pueda, porque las que mandan, sin duda, son las agujetas. Finalmente todos nos fuimos al Hammam, a darnos un buen baño y un masaje, que bien nos lo habíamos ganado. Pasear por la plaza Jemaa el Fna, el zoco y la medina, cada uno a su ritmo, como en el monte, hace que veamos otras formas de vida y una cultura muy diferente de nuestro país vecino.

Al día siguiente, día de vuelos, y cada cual para su sitio. Despedidas, abrazos, planes nuevos y pendientes son el tema de conversación.

Personalmente, quiero dar las gracias a cada miembro del grupo, aprendí mucho de cada uno de vosotros, y gracias también por el buen rollo que hubo durante todo el viaje.

Gracias a Lahcen y todo su equipo, por su hospitalidad y apoyo logístico.

Gracias también a ti Alberto, por darme la oportunidad de acompañarte en este viaje.

 

Espero veros pronto.

Un saludo desde el confinamiento, Kike.